Horizontes físicos:  La Peña de Carazo y la sierra de la Demanda

 

Formando una especie de subpartido dentro del Alfoz de Lara, diez villas en el año 974 se acogen al Fuero de Salas. Una copia de otra copia del pergamino original, se conserva en el Archivo Municipal de Salas de los Infantes. Hacinas era una de estas villas, y participaba en las reuniones con cuatro Alcaldes. Las restantes villas eran: Salas (doce Alcaldes), Castrovido (seis), Terrazas (dos), Palacios (2) Arroyo (2) y las desaparecidas villas de Torneros, Nava, Pinilla de Cedrón y Fornellos, con 2 alcal­des. A través del Fuero se regula la vida municipal, con alcaldes para vigilar su cumplimiento, y con jueces para atender las demandas. Los lugares de reunión son las peñas de la iglesia y el concejo es abierto a todos los vecinos con casa, que pueden elegir y ser elegidos; las reuniones convocadas" a campana tañida" pa­ra “tratar y conferir de las cosas concernientes al servicio de Dios, bien y uti­lidad del concejo y vecinos"

Aquellos hacinenses vivían un poco estrechos, cobijándose en chozas, junto a cabras, ovejas, puercos y gallinas, comiendo "pan mediado", legumbres con tocino y berzas, queso y carne; vestían rústicamente con pieles y sayales; el trueque era su comercio, pero eran libres.
Formaban parte de un municipio que empezaba su vida. Eran los primeros años del siglo X.

 

Los árboles fósiles: una historia de hace millones de años

La comarca donde se encuentra Hacinas está dominada, a poniente, por un gran sinclinal que, con un desarrollo de un kilómetro de largo por 300 metros de ancho y una al­tura de 1.462 metros, domina ampliamente la zona. Es una fortaleza natural suavemente inclinada hacia el norte y recorrida por afloraciones rocosas, con una especie de cárcava que recorre el centro de la altiplanicie. Esta fortaleza natural tuvo en el pasado un gran valor estratégico.
Al Noroeste se distingue el Picón de Lara, cabeza de un Alfoz que, en el año 931, comprendía 66 villas, una de las cuales fue Hacinas.
Al Norte, la Sierra de la Demanda se interpone entre Burgos y la Rioja y al No­reste se divisan lejanos los picos de Urbión, nacimiento del río Duero.
Los altos de la Sierra de Cervera, al mediodía, completan el panorama físico don­de esta situada Hacinas.
El río Arlanza es el curso de agua más importante de la comarca y discurre des­de Quintanar por Salas para seguir por Covarrubias a Lerma.
Dos Monasterios, uno en estado ruinoso, el de San Pedro de Arlanza y otro aún floreciente, el de Santo Domingo de Silos han recogido la historia de esta tierra.

 

Los primeros tiempos:

La comarca donde se encuentra Hacinas está dominada, a poniente, por un gran sinclinal que, con un desarrollo de un kilómetro de largo por 300 metros de ancho y una al­tura de 1.462 metros, domina ampliamente la zona. Es una fortaleza natural suavemente inclinada hacia el norte y recorrida por afloraciones rocosas, con una especie de cárcava que recorre el centro de la altiplanicie. Esta fortaleza natural tuvo en el pasado un gran valor estratégico.
Al Noroeste se distingue el Picón de Lara, cabeza de un Alfoz que, en el año 931, comprendía 66 villas, una de las cuales fue Hacinas.
Al Norte, la Sierra de la Demanda se interpone entre Burgos y la Rioja y al No­reste se divisan lejanos los picos de Urbión, nacimiento del río Duero.
Los altos de la Sierra de Cervera, al mediodía, completan el panorama físico don­de esta situada Hacinas.
El río Arlanza es el curso de agua más importante de la comarca y discurre des­de Quintanar por Salas para seguir por Covarrubias a Lerma.
Dos Monasterios, uno en estado ruinoso, el de San Pedro de Arlanza y otro aún floreciente, el de Santo Domingo de Silos han recogido la historia de esta tierra.

 

Hacinas en el Fuero de Salas:

Formando una especie de subpartido dentro del Alfoz de Lara, diez villas en el año 974 se acogen al Fuero de Salas. Una copia de otra copia del pergamino original, se conserva en el Archivo Municipal de Salas de los Infantes. Hacinas era una de estas villas, y participaba en las reuniones con cuatro Alcaldes. Las restantes villas eran: Salas (doce Alcaldes), Castrovido (seis), Terrazas (dos), Palacios (2) Arroyo (2) y las desaparecidas villas de Torneros, Nava, Pinilla de Cedrón y Fornellos, con 2 alcal­des. 
A través del Fuero se regula la vida municipal, con alcaldes para vigilar su cumplimiento, y con jueces para atender las demandas. Los lugares de reunión son las peñas de la iglesia y el concejo es abierto a todos los vecinos con casa, que pueden elegir y ser elegidos; las reuniones convocadas" a campana tañida" pa­ra “tratar y conferir de las cosas concernientes al servicio de Dios, bien y uti­lidad del concejo y vecinos"
Aquellos hacinenses vivían un poco estrechos, cobijándose en chozas, junto a cabras, ovejas, puercos y gallinas, comiendo "pan mediado", legumbres con tocino y berzas, queso y carne; vestían rústicamente con pieles y sayales; el trueque era su comercio, pero eran libres. Formaban parte de un municipio que empezaba su vida. Eran los primeros años del siglo X.

 

Las ruinas del castillo:

El castillo está situado en la parte mas alta del pueblo, sobre un peñascal. Hasta mediados del siglo XVIII debió estar habitado, fue la residencia del Alcai­de, representante del Conde de Monterrey, señor de Hacinas. Hoy, su estado es ruinoso.
El castillo fue levantado, al parecer, entre el final del siglo IX y el X con otros castillos similares en la comarca del Arlanza: Lara, Castrovido, Castrillo, Palacios, Pinilla, para proteger la zona de las incursiones de los moros toledanos que llegaban al Arlanza desde Atienza y Medinaceli. También debió tener re­levancia en el siglo XI en las guerras entre Castilla y Navarra, pero nunca debió ser un castillo importante, porque no se cita en los documentos de la época. Esta asentado sobre un peñasco natural de roca arenisca y sus muros tienen un espesor de metro y medio, de los que sólo se conservan unos metros en su cara sur. Tiene un perímetro de 200 metros, encuadrando una superficie cuyos ejes son de 75 x l5 metros; se percibe claramente donde se asentaba el muro externo, el acceso al interior, por donde discurrían los vertidos de aguas sucias.
En el suelo se conservan varias tumbas antropomorfas y en su centro hay un pozo aljibe, del que hay actualmente descubiertos 17 metros; en 1.922, el Alcalde Toribio Lucas autorizo al general inspector de la Guardia Civil D. Leopoldo Centeno iniciar unos trabajos arqueológicos. Se excavaron hasta 39 metros, encontrándose solo una caldera de cobre y una espada de uso en el castillo. Hoy, un bello brocal de piedra y forja donde figura como remate una veleta con el escudo del pueblo, lo adorna.
En su cara noroeste y en su parte media tiene el peñascal dos agujeros comunicados entre sí que se denominan "la cueva de los moros" y en su cara sur el lugar conocido como "el baile", hoy acondicionado para festivales de verano.

 

La Batalla de Hacinas:

Un monje anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza, a mediados del siglo XIII, escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, y dedica en el mismo a la Batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el Poema. Es un canto épico dedicado a exaltar la figura de Fernán González y a la Batalla de Hacinas, que en las estrofas 389 y 558, figura como Fazinas.
La descripción de la Batalla comienza con la situación del ejercito de Abderraman (Almanzor en el Poema), al sur de Salas y a los castellanos en Piedrafita. Fernán González acompañado de sus capitanes, lucha durante tres días y el últi­mo, con la ayuda de San Millán, los castellanos derrotan a los moros, causándoles numerosos muertos que fueron amontonados en hacinas, de donde, según tradición, viene el nombre del pueblo.
El único códice que se conserva, es una copia del siglo XV que se guarda en el Monasterio del Escorial.
Aunque los modernos historiadores consideran este hecho como legendario, la bata­lla ha perdurado en la mente de los hacinenses a través de los siglos y, en los lugares donde se presume se celebró, se conservan nombres evocadores; Campo los Muertos, Acerón. En 1840, al excavar un ribazo, aparecieron gran cantidad de huesos enterrados en fosa común que pudieran corresponder a los muertos en la batalla.
El Infante Juan Manuel, en su obra "El Conde Lucanor", siglo XIV  recoge la bata­lla y, en el XVII Fray Prudencio de Sandoval en su obra "Los Cinco Obispos" la cita situándola en 931.
En el Monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, se encuentra, formando parte principal del retablo mayor, un cuadro de 2,33 x l,80 representando a San Millán en la batalla de Hacinas, obra del pintor Juan Ricci.

 

Hacinas en la Concordia de Osma:

Hacinas, en el siglo V, formaba parte de la diócesis de Burgos, primero con sede en Oca y, a partir de 1074, con sede en Gamonal. En 1.136 en el Concilio de Burgos se acordó la cesión al Obispado de Osma, entre otros lugares, la parte oriental de las ori­llas del Arlanza hasta las Peñas de Carazo, territorio que comprendía la villa de Hacinas, que durante ocho siglos pertenecería a ese Obispado de Osma, hasta el año de 1.953 en el que uniría de nuevo Burgos.

 

Primeros documentos en los archivos:

Los primeros documentos que se conservan en los archivos parroquial y municipal, hacen referencia a pleitos con los pueblos próximos sobre posesión de terrenos y aprovechamientos de pastos y montes.
El más antiguo del archivo parroquial es de 1.413 y es una " Escritura de compromiso entre las villas de Hacinas y Castrillo sobre el termino y monte de “Valle­xo el Lobo, Peñueto Caballero y la solana de San Juste". Es un cuadernillo pergami­no de 10 hojas, de 235 x l65 mm.
El documento más antiguo del archivo municipal es un fragmento del “Compromiso y sentencia arbitraria sobre pastos y montes de los lugares de Hacinas y Xete”
Es un pergamino en forma de rollo de 850 x 600 mm. Pero el documento más interesante es el denominado CÓDlCE DE HACINAS, Es un folio de piel, que hace de cubierta a un documento;  pertenecía a un libro litúrgico de letra visigótica y contiene dos salmos de la Sagrada Escri­tura y una Antífona con música no pautada, de la que solo se conocen tres versio­nes: una se encuentra en la Biblioteca Nacional, otra en el Antifonario leones y la tercera, ésta de Hacinas. Se desconoce como llego aquí.

 

El rollo: Signo de poder jurisdiccional:


Los Condes de Monterrey fueron los señores de Hacinas desde 1513 hasta me­diados del siglo XVIII cuando, con Felipe V, remitieron los Señoríos a la Corona. El Conde nombraba Alcalde mayor y los hacinenses pagaban "de muy mala gana"  al Conde 33 fanegas de trigo y centeno por mitad, más cuatro gallinas por año.
En 1.548 Dº Pedro de Velasco pretendió agregar a la Merindad de Silos a Hacinas, contra la voluntad del Conde y de los hacinenses, llevándose presos a Silos al Alcalde mayor, a uno de los ordinarios y a cuatro vecinos. Hecho muy grave porque los detenidos no eran de su Merindad y su detención suponía una violación del poder jurisdiccional de Hacinas.
Los hacinenses, hombres y mujeres, mozos y mozas, puestos de acuerdo a “campana tañida” les hicieron resistencia con "lanzas, asadores y palos; dijeron palabras muy injuriosas y quebraron la vara del corregidor de Silos”. El suceso fue en querella criminal a la Real Chancillería de Valladolid, quien dictaminó tres sentencias: dos en contra de Hacinas y la definitiva, a favor, confirmando a los hacinenses el uso y ejercicio de sus poderes jurisdiccionales; con tal motivo, se erigieron dos horcas o picotas el 20 de Octubre de 1.573, una en la plaza y otra en el alto de San Cirbián. La primera, “para que se pongan allí las pesas y medidas falsas que hubiere” y la segunda, “para ahorcar a los delincuentes y malhechores, que cometieran delitos en la villa y su jurisdicción”
También se construyó cárcel con cadena.
El rollo es un monumento de construcción sencilla; es un pilar de estructura octogonal, de sillares de piedra encajados, aunque desiguales; está asentado sobre cinco escalones que alcanzan sobre un metro de altura, elevándose el total del rollo a una altura de unos cuatro metros, terminando con un bello remate de dos piedras transversales que forman cuatro canes, a los que corona un cono truncado acabado en pera. Conserva argolla y grabaciones de una cruz y del año de la construcción 1.573. 

 

Vida y organización del municipio en el siglo XVI:

Hacinas, en el siglo XVI, es ya villa con poder jurisdiccional, tiene rollo y cadenas, sus Alcaldes llevan vara, tiene un hospital con diez ca­mas y arcón, y una persona para atender a los enfermos pobres y necesitados. Se empieza a gestionar la construcción de la nueva iglesia. Es una villa en auge, sus vecinos que son setenta y cinco, se ocupan en el pastoreo, en el cultivo del campo y en la carretería. 
Había tejedores, viandantes, molineros, guardas de panes y montes, clérigos, un cirujano sangrador, pero todos eran pecheros, no había en sus casas blasones, su nivel cultural era bajo, no sabían leer ni escribir y fir­maban con un simple trazo de pluma.
Los funcionarios municipales eran el Alcalde mayor que nombraba el Conde de Monterrey, dos Alcaldes ordinarios, dos fieles de pesas y medidas y el alguacil carcelero; ahora se reunían en las casas de Ayuntamiento.
Para vigilar la moralidad de los vecinos, cada año los Alcaldes hacían la “visita y pesquisa secreta" y, para conocer la honradez de los establecimientos públicos, la "visita de los viandantes de pecados públicos" que realizaban los fieles de pesas y medidas. Pero tampoco los funcionarios públicos estaban exentos de investigación.
Unos delitos se podían satisfacer con dinero, otros se pagaban en la cárcel pu­blica y los mas graves, en la horca a la vista de todos para general escarmiento.

 

Hacinas en el Catastro de Ensenada:

A mediados del siglo XVIII se realiza en la Corona de Castilla la mayor en­cuesta en España con 80.000 volúmenes y, cuyo objeto principal, fue plantear un sistema fiscal para recaudar mejor los impuestos, y conocer la demografía del país para la recluta de soldados.
El 8 de Enero de 1.753 el Subdelegado de S.M. Dº Melchor Sáez de Tejada, en presen­cia del Cura Dº Antonio Juez, formuló cuarenta preguntas a los Alcaldes ordinarios Bar­tolomé Antón y Manuel Rojo; a Juan Alonso, regidor, a Manuel Pérez, procurador y a cuatro vecinos que fueron respondiendo a las preguntas y declararon:
-Que Hacinas es villa de realengo y que S.M. y el Conde de Monterrey son los per­ceptores de los pagos anualmente.
-La extensión que ocupa el pueblo de levante a poniente es de cuarto y media de legua y cinco cuartos de legua de norte a sur y su forma es de una D, limi­tando el terreno municipal con Salas y Castrillo al Norte, por el poniente con Villanueva de Carazo; por el Sur con Gete, Cabezón y Pinilla de los Barruecos y por el Este, Castrillo de la Reina.
-Las tierras que comprende el término son de secano, labrantías de pan llevar, herrenes, huertos, prados segadores, montes, matorrales y pastos.
-No hay más árboles que robles y chopos.
-La medida es la fanega que tiene 3.000 varas. El precio de una fanega de trigo es de doce reales
-Las producciones son: trigo, camuña, centeno, cebada, lino textil, alcárcel, berzas y nabos.
-No hay molinos ni batanes.
-Desde el año 1.129, se otorga a la Iglesia los diezmos y primicias, haciendo tres tercios, uno para el Sr. Obispo, otro para el Sr. Cura y del tercero, 2/9 para S.M. y el resto para la fabrica de la Iglesia.
-La población es de 92 vecinos y medio (una viuda medio vecino).
-Hay 121 casas, 98 pajares y 8 corrales.
-El común satisface anualmente regulado por un quinquenio los repartimientos pa­ra:
-reparar los tres puentes del termino más los del río Arlanza en Salas y Castrillo.
-Pagar al fiel de fechas y por tocar a nublo; al Cura por confesar, letanías, procesiones, bendición de campos y misas “para la re­dención de cautivos”, al escribano real y al escribiente de Salas, a la Casa San­ta de Jerusalén “para Hostias”, a los guardas, “para la función del Corpus”, para los apeos, a los franciscanos de Alveinte, a los dominicos de Caleruega y a los be­nedictinos de Silos para redimir un censo.
-El mesón, la taberna y la carnicería es un servicio publico para tener abasteci­do el pueblo
-Hay 2 herreros, 6 tejedores, 78 labradores, 9 mayores de 60 años, 12 pastores y 5 pobres de solemnidad.

 

Una visión de Hacinas, según el Canónigo LOPERRAEZ:

En el año 1.788, el canónigo de la Catedral de Osma Dº Juan de Loperráez, es­cribe una Historia del Obispado de tres tomos, parte de uno de los cuales está dedicado a analizar el contexto socio-económico en que se desarrolla la vida de las gentes y pueblos del Obispado. Hacinas figura en la apreciación del histo­riador y cronista como uno de los más atrasados del Obispado junto a Moncalvillo, La Gallega y Cabezón. Decía Loperraez:
Desde el año 1.500 hasta el de 1.788 setenta pueblos del Obispado se despoblaron con 3.500 vecinos menos. La construcción de las casas era baja y grosera, los serra­nos afables, muy sobrios en el vestir y comer, pero desidiosos, acomodándose a vivir con las escasas producciones del país, sin envidiar ni buscar lo que les fal­ta. Los pueblos carecen de la más elemental industria y los hijos no pueden tener estudios para hacer carrera donde lucir sus ingenios. 
El país es abundante en caza y pesca, de sabrosas carnes, las gentes no usan sába­nas ni muchos camisa. Las mujeres visten la jornea, de paño basto, en forma de saco con un agujero para entrar por la cabeza, que les llegaba a los pies y era muy ceñido. Las mujeres apenas saben coser ni hacer media, están al cuidado de la labranza. El país necesita mucha educación.
Algo ha cambiado desde estas fechas.


 

La francesada y las guerras carlistas del siglo XIX:

Dos sucesos de alcance nacional en el siglo XIX tuvieron repercusiones en Hacinas, por haberse desarrollado en sus inmediaciones acciones bélicas, de las que un per­sonaje fue protagonista singular: el Cura Merino.
Convirtió a la sierra burgalesa en su principal refugio, organizando partidas con los naturales del país, teniendo en liza a numerosas columnas francesas, que sufrie­ron emboscadas por sorpresa.
Hacinas no se libró del saqueo y aprovisionamiento del ejercito francés que, los mayores aún recuerdan, no olvidando el atrope­llo que sufrieron aquellos días debiendo proporcionar hogazas, huevos y carne a los invasores.
Terminada la francesada, en 1.814 hubo un descanso hasta 1.833 cuando, de nuevo surge el cura Merino tomando en la guerra carlista partido por Dº Carlos, y lanzando el Manifiesto de Salas ante 20 batallones formados en la plaza. En esos batallones formaban  373 naturales de Huerta y 325 de la parte de Salas, entre los que sin duda habría hacinenses, pues un dicho del cura de Mamolar reflejaba el sentir popular: “Hacinas, en cada mata un carlistón". Las acciones bélicas se desarrollaron en lugares próximos a Hacinas donde liberales y carlistas se encontraron en escaramuzas y en la batalla de Retuerta que se prosiguió por Barbadillo, Aedo, Villanueva, Gete y Mamolar.
Hacinas vivió muy de cerca la francesada y la guerra carlista, con la participa­ción de hambres y la contribución de subsidios y aprovisionamientos, que en su maltrecha economía representó un empobrecimiento general.


 

Salas, cabeza del partido judicial:

Hacinas que, a lo largo de su historia, había pertenecido al Alfoz de Lara, al Conde de Monterrey y, posteriormente, al partido de Aranda, entra a formar parte del partido judicial de Salas a partir de 1.834 con la nueva estructuración del territorio nacional en provincias y partidos judiciales; con una extensión de 1,605 km2, com­prendía 50 municipios distribuidos en 40 villas, 33 lugares, 5 aldeas, 2 caseríos y 2 entidades menores. Una de las 40 villas era Hacinas.

 

La desamortización de Mendizábal:

El año de 1.835 se promulga la denominada ley de Mendizábal, que trae como conse­cuencia la supresión de los diezmos y primicias el año 1841.
La iglesia y las ermitas de Santiago y Santa Lucía, que tenían propiedades y ga­nados, las venden, salvo la casa del curato, residencia de párroco, que el año de 1.989, es vendida por el Arzobispado al Ayuntamiento.

 

Los sucesos del siglo XX:

Los primeros años del siglo XX conocen una mejora en las comunicaciones con el trazado de carreteras. En la década de los años veinte llegan a Hacinas los prime­ros vehículos de tracción mecánica. La construcción de la carretera de Burgos a Soria, a su paso por el pueblo determinó una fuerte polémica pues, parte del ve­cindario, se opuso al paso de la misma por el centro del pueblo; la carretera se construyó por su actual trazado, quedando el pueblo al margen, que el tiempo, ha venido a demostrar, fue una decisión acertada.
En 1.931 se construyó la carretera entre Silos y Hacinas.
El ferrocarril Santander-Mediterráneo se inauguraba el 13 de agosto de 1.927; Hacinas se encontraba a solo 3,5 km. de esa vía, pero en 1986 se clausuró. 
Pero el acontecimiento más trascendental de ese siglo fue la guerra civil. Hacinas estuvo situada en la llamada zona nacional, aunque hubo hacinenses en ambos lados. El buen sentido de los hacinenses y autoridades evitó que en el pueblo se cometiesen detenciones y asesinatos, aunque, a lo largo de la contienda, murieron cinco hacinenses en combate y cuatro religiosos fuesen asesinados.

 

 

Tiempos actuales:

Fue a partir de los años sesenta cuando se empieza a producir lentamente un resurgir económico en la comarca, con el establecimiento en Salas de los Infantes de varias fábricas y, especialmente, la TAM, que llega a tener sobre 200 obreros, 25 de ellos, de Hacinas.
Durante estos años se empiezan a desarrollar por la Diputación Provincial, planes de embellecimiento, con retirada de leñas, basuras y escombros del casco urbano, así como de animales domésticos.
Se produce también una emigración a Cataluña, País Vasco y otras capitales españolas, así como a Europa; la población disminuye progresivamente y va a menos.
El año de 1.975 con el abastecimiento de aguas por red, se inicia un cambio ra­dical en la vida cotidiana de Hacinas, que se continua con otras obras públicas, mejorando el pavimento de la red viaria y dotando al municipio de mejoras en su alumbrado público, telefonía, deportes y servicios varios.
La mecanización del campo trae consigo un trabajo más cómodo y una disminución de las personas y familias dedicadas a las faenas agrícolas. La juventud estudia carreras universitarias. Los emigrantes vuelven de vacaciones y se construyen en el pueblo una segunda vivienda, se mejoran las viviendas y hay coches en todas las casas.
El pueblo progresa y se crean por hacinenses cooperativas en Hacinas. Después de muchos años en el pueblo nacen niños. Hacinas sigue su camino.